jueves, 13 de mayo de 2010

EN MIRADAS LIBRES...




Quiero una mirada que despierte el letargo de la conciencia. Podré observar una mirada que caminará hasta desembocar en muchas más, una mirada en magia y verdad. Quiero ilusionarme cambiando las miradas asesinas por miradas vivificadoras. Ya no deseo las miradas que matan los puños y las letras, no deseo esas miradas que fusilan la emoción del apretón del bolígrafo o del ímpetu sobre las teclas. Quiero una mirada libre…No quiero una mirada que fustigue. Muchas miradas no llegarán, no quiero una mirada desinteresada. Podré extrañar a todas las que quiera imaginar, pero a una mirada libre no la quisiera extrañar, quiero que esté ahí siempre y me recuerde la libertad, es una mirada que AMA.


Una mirada que pueda observar otras sin importar si provienen del mismísimo infierno y tratarlas sin el incremento nefasto de culpabilidad y terrorismo religioso. Ese terror es un horror, es una indudable blasfemia. Quiero una mirada comprensiva, honesta y rigurosa, perfilada en una mirada tierna y divina. Quiero una mirada que pueda albergar la esperanza de una sonrisa en el epitafio de la muerte, sin apropiarse de las últimas palabras, las cuales sólo le corresponden a Dios.


En fin… Una mirada, dos, tres y cientos, miles, millones; desde la misericordia y el perdón, desde la posible duda expresada y a la vez contenida en sí misma: miradas humanas.

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