Nuestras manos no llegaron a tocar los dedos fríos,
y a pesar de ello, te extraño,
porque deseé días con contraseñas juntos,
escribir tu nombre en momentos duros,
pero no puedo alcanzar tu mano y rozar tu brazo.
En el silencio y la soledad, tu ausencia fue tiempo multiplicado;
derrotado caminé por las calles que también caminas,
fui el indiferente invisible que intentó acercarse y no viste,
guardo palabras inéditas para ti en el imaginario.
Fuiste tan esquiva como las nubes altas,
te vi siempre y nunca bajaste,
nunca te puedo encontrar,
tienes siempre otro lugar donde estar,
ocupada sin igual,
y yo creí que podría suceder algo especial.
Mi fe en ti también fueron espinas,
e hicieron sangrar mi espera,
de verte caminar y juntar nuestras manos,
y ahora, ya no quiero buscar
donde hallar la razón...
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